·Leitmotive·

[Boletín Anti·Institucional]

sábado, septiembre 16, 2006

Irreverente

Hablo a vosotros, hijos de Castilla, cómplices de las letras, acurrucándome en el sillón de los sometidos, ávido de hacer oír mi voz. De tal modo, quiero dar argumento [y creo que aquél identificará a quienes sufren la tradición secular de estudiar “El Latín”] con el único móvil de roer la estructura, aunque sea en las esquinas, de combatir a mano alzada la doctrina medieval, de escupir con fuerza la idea de lo inamovible.
Pido que abráis los ojos, discípulos de la estructura, ved que delante de vosotros ponen la piedra fundamental del delirio clásico, las barreras de contención del diálogo libre, las ataduras magulladas que someten nuestro grito de cambio, de renovación.
Giran, lo sabe usted y lo sé yo, incasables hipótesis que intentan justificar la existencia de cuatro niveles anuales de la materia que nos toca, unas, cercanas al academicismo inmaculado, otras, [mojadas con la baba de la resignación] próximas al discurso de lo establecido. El Orden, ¡Oh, señor, el Orden!, coagula incluso lo más efímero, el Orden y la putrefacta Inquisición de la Gramática nos encierra en el tormento de lo cúbico, nos asfixia en el terror de lo jerárquico, nos reprime en el error de lo sublime.
El latín, honorables, con su tono burlón y consecuente, sobrevive con el unívoco fin de jodernos la existencia, no hay hechos con los que podáis demostrar lo contrario. Podrá decir, su majestad, que es parte necesaria de vuestra formación, que entreteje los conceptos, que empápanos de glamour, que hablar como hablaban los muertos [no, ya, decir lo que ellos] es parte del prestigio, es la fórmula del sudor que tiñe nuestro intelecto. Yo digo, a simples modos (y más lejos de la nobleza no quisiera estar), que esta carrera, este Instituto todo, es un criadero de neo-clasicistas, un cadáver que se siente inmortal: un Conservador. ¡Saquemos de nuestras carnes el idioma de monasterio, la escuela medieval, la idea de que hablamos la prostitución de lo correcto! Si el latín es la lengua madre, ¡rebelaos, coño, cual puero en ebullición, virgen triste, chica santa, que cualquiera al que no le hayan mutilado el deseo puede, en suma, cambiarlo todo!